Por Javier Salinas, guionista junto a Tomás Alzamora de la película del momento en nuestro país, que ya superó los 25.000 espectadores en poco más de una semana y media en los cines.
En agosto del 2019, me llama Tomás Alzamora -amigo, director, buena onda, bigote grueso, soñador profesional-. Y me dice: «Oye, estoy escribiendo una película, pero tengo una idea para otra… y me falta tiempo hueón ¿Me ayudai?»
Me pidió que escribiera esa otra idea. Y yo, que hacía rato no escribía un guión -porque la vida, la pega, y las excusas de mierda-, acepté. Total, Tomás confiaba en que algo bueno podía salir. Y si alguien confía en ti más que tu madre, uno tiene que responder.
Así nos lanzamos a escribir este falso documental que, desde el principio, se llamó «Denominación de Origen».
Y al mes siguiente… ¡Suácate!
Floreció un estallido social.

La gente en la calle quemando todo, y nosotros discutiendo cosas como que el personaje de «Roberto» podía ser candidato a concejal, o que quizás le íbamos a cagar la carrera a «Alexis Marín» haciendo de «Alexis Marín». El hombre es abogado, vive de su nombre.
¿Qué pasó?
Hizo de Alexis Marín.
Con otro nombre.
Seguimos trabajando en la historia y en el guión, contra viento, marea y cuarentenas donde uno se preguntaba si todavía sabía escribir diálogos o si era mejor dedicarse a vender alfajores por Instagram.
El guión pasó por tantas versiones que ya parecía libro de Gabriel Salazar.
De un protagonista pasamos a cuatro.
Después Tomás pensó en tres.
Después cuatro de nuevo.
En un momento, hasta barajamos la opción de que los protagonistas fueran conceptos abstractos, como “la esperanza” o “el desempleo”.

Ahora, ojo, existía un guión con diálogos escritos, bien bonito.
Pero Tomás dijo:
«¿Sabís qué? Mejor que hablen como ellos hablan. Si igual nadie en Chile habla como los personajes de teleserie». Así que los actores improvisaban. Improvisaban tanto, que en algunas escenas yo no se sabía si estaban actuando o reclamando.
Los primeros personajes que Tomás sumó al casting fueron Roberto y Alexis. Dos fenómenos. Básicamente harían de ellos mismos en la película, lo cual es la mejor fórmula si no quieres que tus actores sufran crisis existenciales intentando ser «otros». Desde el día uno, Tomás vio en ellos a personajes de esos que uno no se olvida fácil. Y tenía razón: Roberto y Alexis son de esos personajes que te gustaría ver en cualquier película… o mínimo en un matinal, explicando porque la llegada del hombre a la luna es una mentira.
Hoy veo Denominación de Origen terminada y me pasa algo curioso:
Es como ver un hijo que criaste en pandemia, con videos de YouTube, a puro Wi-Fi robado, y que igual salió buena persona. No sé cómo, pero salió.
Y además, porque si algo bueno tiene la productora de Tomás (Equeco), es que cuando la vida les tira un balde de mierda… ellos lo hacen película.